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Festival de Rotterdam 2022: 23 críticas

Actualizado: 7 feb 2022

28 Ene, 2022 12:45


Acá iré subiendo las críticas de las películas de todas las secciones del Festival de Rotterdam que se realiza este año de forma online.


Acá iré sumando críticas de las películas del Festival de Rotterdam 2022, que este año se hará prácticamente por completo de modo online por los motivos por todos conocidos. Además de las que vaya viendo durante y después del certamen en sí –las películas estarán disponibles online para la prensa acreditada hasta mediados de febrero–, les dejo aquí links a varias críticas de films que se exhibieron antes en otros festivales y que ya fueron publicadas previamente aquí. Excepcionalmente las críticas de algunas películas se publicarán por separado. Este post se irá renovando diariamente, así que a los interesados en las novedades de Rotterdam los invito a visitarlo a menudo.

 


MALINTZIN 17, de Eugenio Polgovsky y Mara Polgovsky (México). Eugenio, el padre, filma a una paloma haciendo un nido en un cable que atraviesa la calle Malintzin, en Coyoacán, Ciudad de México. La que observa el procedimiento es Milena, su pequeña hija. Y la conversación surge de ahí: la niña está preocupada por la supervivencia de la paloma, el padre le explica, la pequeña bromea con que debe ser una paloma robot o algo así que está escapando de los monstruos que habitan en el árbol y por eso no puso el nido allí. El padre se ríe y la invita a continuar su historia. La cámara, en tanto, va captando la vida que aparece por los rincones en esa transitada calle. Personas que venden garrafas de gas, otras que limpian las calles, algún aparente romance apresurado, sonidos de bocinas y así. Un día, unos días, de padre e hija observando la vida transcurrir y ajustando el lazo entre ambos.

Uno podría suponer que estas escenas fueron filmadas por alguien confinado y con tiempo libre en la pandemia, pero está muy lejos de ser eso. Solo al final, con un breve cartel, MALINTZIN 17 dirá que lo que vimos fue filmado por Polgovsky durante una semana de septiembre de 2016. Eugenio falleció casi un año después, sorpresivamente, a los 40 años. Y estas imágenes –y esta cariñosa relación– capturadas a lo largo de unos días se transformaron en una suerte de testamento fílmico y personal que su hermana Mara rescató, estructuró, editó, sonorizó y realizó todos los demás procesos que la depositan ahora frente a los espectadores.

El film es más que un bello y sentido homenaje al realizador de TROPICO DE CANCER y LOS HEREDEROS a partir del rescate y organización de materiales inéditos. Se trata de un cariñoso retrato de un vínculo, el que existe entre un padre y su hija. Observando a la paloma proteger el nido para luego cuidar a su «retoño», MALINTZIN 17 juega de una manera sencilla pero emotiva con la relación que existe entre el cineasta y su hija, cuyos diálogos en medio de las tomas dejan en dolorosa evidencia el afecto que existía entre ambos. Allí cantan, bromean, hasta tienen alguna discusión, pero lo que trasciende a partir de la voz de Eugenio (al que no se ve) y la mirada de Milena es algo parecido a la sensación de puro amor que puede existir entre un padre y su hija.



El documental observará también el mundo que los rodea. Y si bien no pasará por ahí lo central de la narración, lo que se muestre ahí será más que coherente con el resto de la obra del realizador, ya que Polgovsky era un cineasta preocupado por la realidad social mexicana. Lo mismo sucederá con algunos apuntes ambientales –tanto visuales como surgidos de simpáticas conversaciones entre padre e hija– que se cuelan en el breve film. MALINTZIN 17, además, tiene una extraordinaria y bella calidad audiovisual, gracias al trabajo de muchos prestigiosos colaboradores que se sumaron al proyecto, como el cineasta Pedro González Rubio (el director de ALAMAR, que es coeditor aquí) y el sonidista Javier Umpierrez (MEMORIA) que hizo además la música, entre otros.

Si bien es cierto que la cercanía que uno pueda tener con lo que sucedió en la vida real afecta mucho la relación con lo que se muestra en la pantalla, mi sensación es que la película trasciende y mucho el carácter de «home movie» narrando algo íntimo que también es universal y que se escapa a los detalles específicos de la vida del cineasta y de su familia. Conocí a Eugenio –con quien compartí varios festivales de cine y lo acompañé en una de las etapas de su film MITOTE— y también colaboré con Mara en un libro que publicó sobre su hermano, por lo que claramente no puedo del todo separar la emoción que me generan estas imágenes con ese vínculo, por mínimo que sea. Pero, de todos modos, al ver estos momentos amorosos capturados por el director me da la sensación que esa emoción es ineludible y que puede repercutir en cualquiera que se acerque a ella, sin necesidad de conocer la historia que hay por detrás. Y eso es lo que la transforma en una excelente obra cinematográfica.

Para leer la nota completa publicada en https://www.micropsiacine.com/ da click aquí.

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